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La historia de Risario es casi la misma de muchas revistas o fanzines independientes. Todo comenzó con una cena en la que se juntaron David Leiva, Jorge Santamaría, Tomás D’Espósito (mejor conocido como El Tomi) y Manuel Aranda, quien ya venía con una experiencia previa en la revista La cebra a lunares. Siguiendo la línea de otras revistas de humor de la época, Risario nació con la idea de hacer un humor localista, que hablara en tono irónico de lo que no se podía decir en esos tiempos.

 

 La primera edición salió en 1981, sin fecha explícita, y contó con los integrantes de esa reunión como dibujantes en jefe y Aranda como director. También iniciaron sus colaboraciones Quique Fenner, Canabal, Roberto Fontanarrosa, Foresto, Juan Carlos Muñiz, Crist, el Chino Rodríguez, Maquiaveli, Julio Vacaflor, Colazo, Demarchi, Melagrani, Carlos Nunciato, Emilio “Bigote” Acosta, Osvaldo, Manolo Tabares, Contento Beas, Sergio Rojas, Lucho Ortiz de Guinea, Nelio, Alicia Negro, Tanga Colman, Betu Perfumo, Hover Madrid, Baigorrita y Eduardo D’Anna.

 

 La revista, que se denominó como “revista aborigen de humor” y cuya premisa fue “ríase: ser rosarino ya es un chiste del destino”, comenzó siendo mayormente humorística. Luego de los diez primeros números, tomaría un vuelco hacia lo periodístico, manteniendo al humor gráfico, pero combinándolo con periodismo de opinión. Desde sus comienzo Risario contó con columnas de opinión sobre temas como el tránsito en la ciudad, la educación, la crítica a la junta militar que gobernaría en Argentina hasta 1983 y demás notas.

 

 A su vez, en las primeras ediciones comenzaron a tener secciones fijas sobre distintos temas, como “Aborígenes destacados” (para las entrevistas a personalidades de nuestra ciudad), “Platea dulce” (para críticas de cine y teatro), “La página hincha” (para el fútbol), páginas exclusivas de los dibujantes y cuentos cortos.  

 

 Con el tiempo, la revista cambiaría su formato y, con ello, su estilo. A partir de la edición número 10 tomaría un matiz más periodístico, con notas más formales pero que mantenían su mirada irónica, reservando también un espacio para el humor gráfico. También cambiaría el formato (de A3 a magazine), volviendo al formato original para sus últimos números.

 Entre las (muchas) personalidades que pasaron e hicieron historia por esta revista se puede nombrar, entre otros, a gente como Cheché López, El Flaco Pérez, Catón, Carlos Mac Allister, Manolo Rivadera, Oscar “Chiquito” Gómez, Oscar Bertone, Reynaldo Sietecase, Adrián Abonizio, Horacio Vargas, Daniel Briguet, Miguel Roig y Gustavo Aronson, quienes terminarían tomando la posta de la redacción periodística.

 

 Arreglada la periodicidad caótica con la que salía en los primeros números, con el tiempo Risario se volvería una publicación quincenal. Básicamente, la razón de salida era (como la de muchas revistas y fanzines de nuestra ciudad) la de conseguir auspiciantes suficientes que pudieran soportar una tirada. O, simplemente, la de llegar con la cantidad de material.

 

 Como no puede ser de otra manera, una revista de humor que busque ir contra lo establecido termina teniendo enemigos. En el caso de Risario, hubo uno con el que se mantuvieron en constante puja: la ya desaparecida Liga de la Decencia. Esta pelea, a la que le dedicaron varias tapas y notas, llegó al punto de que los anunciantes recibieran amenazas por publicar en la revista.

 

 Lamentablemente, el fin de esta revista se vería forzado por cuestiones económicas. Para el año 86 Risario publicaría su último número, cerrando una etapa en la cultura rosarina. Para la memoria queda una publicación que fue crítica a la dictadura militar, que apoyó la democracia y le pegó a la sociedad conservadora. En todos los casos, con tapas con notas alusivas, logrando una revista que supo llevar el pulso de la sociedad ya no sólo rosarina, sino a la sociedad argentina en su conjunto.

Marcando el pulso de la sociedad

Texto: Nicolás Waiserman

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